Poco a poco las tierras alcarreñas van volviendo la cara a la ciudad de Cuenca, pero no por ello el territorio pierde su esencia. Todo el paisaje de Bólliga es un canto a la arenisca y al yeso. Alcarrias puras y duras hasta el confín de la comarca.
El nombre de esta villa, dice Muñoz Soliva, que parece salir de “bucólica”, palabra que significa casa de boyeros o vaqueros, la cual fue transformándose por las corruptelas del tiempo. En el año 1640 se hizo villa y se eximió de la jurisdicción de Cuenca. En 1787, según Tomás López, pertenece al señorío del Marqués de Mortara. En lo religioso está dentro de la abadía y del Arciprestazgo de Cuenca.