Existen pocos símbolos con los que todo pueblo pueda identificarse, muy pocos elementos hay que condensen la esencia de una villa. El día que los olmos comenzaron a morir, los pueblos de Castilla perdieron su símbolo y desde entonces, algunos se miran en la silueta de un campanario, o en el agua de una fuente. En muchos sitios la pena se enseñoreó de todo y en Torralba tiró la Iglesia, pero no pudo doblegar la alegría que, como el búho chico, anida en las ramas de su olmo.
Los datos más antiguos que se conocen del pueblo de Torralba, datan de época romana, quedando restos de una calzada así como de una mina de espejuelo y de un lugar de habitación. Hay también huellas árabes. Torralba, torre blanca, castillo y yeso, fue en la Edad Media, una villa muy importante, como lo evidencia su patrimonio y los personajes que en ella vivieron. El rey Fernando IV, ordeno que Torralba se sometiese al Concejo de Cuenca y Enrique II la concedió a un hermano del cardenal Gil de Albornoz. Residió en ella Enrique de Aragón, saliendo de vez en cuando para apaciguar, los conflictos entre los Hurtado de Mendoza y los Vázquez de Acuña, en la capital.

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TORRALBA en imágenes